El discernimiento vocacional es un proceso de fe, y no solo de razón, menos aún de cálculo egoísta. La pregunta clave no es: <<¿Qué quiero ser?, ¿A qué quiero dedicarme?, ¿En dónde puedo desarrollarme más?>>, sino la que Pablo de Tarso le hizo a Jesucristo en el camino de Damasco: <<Señor, ¿qué quiere que haga?>> (Hch 22, 10). 80 páginas
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